Biomuseo El primer edificio de Frank Gehry en Latinoamérica

El edificio se levanta en la punta sur de la península de Amador, un relleno hecho a principios del siglo XX usando material excavado del canal de Panamá.

Este es sin duda uno de los mejores lotes en toda la ciudad: al oeste tiene vista a la entrada del Canal al y a la bahía de Panamá; mientras al este mira hacia el skyline de la ciudad. Además es un sitio muy visible: todos los barcos que cruzan el canal pasan a su lado, y casi todos los aviones que se aproximan al aeropuerto de Tocumen vuelan sobre él. De esta forma, el Biomuseo es, literalmente, lo primero que muchos turistas ven al llegar Panamá.

 

Un lote como este le otorgaría un estatus de monumento a cualquier edificio que se construyera ahí, como es el caso de la ópera de Sidney, y aquí el arquitecto Gehry complementa la visibilidad del lote con un edificio muy llamativo. El Biomuseo está compuesto de una serie de volúmenes de colores que chocan entre sí debajo de una pila de superficies metálicas igual de coloridas. Dependiendo de a quién se le pregunte, los techos recuerdan el dosel del bosque, o una bandada de mariposas, o las alas de una guacamaya, o un barco de carga repleto de contenedores. Este derroche de colorido puede parecer un cambio radical de las superficies metálicas del Guggenheim Bilbao o la sala de conciertos Disney, pero en varios ejemplos de la obra reciente de Gehry se experimenta con el color. Además, los diseñadores y cliente acordaron que un museo dedicado a la diversidad biológica, que de por sí se caracteriza por su variedad cromática, debía ser multicolor  para combinar con la riqueza tropical de nuestra región.

El edificio tiene dos alas de galerías al norte y al sur, y entre ellas está el corazón abierto del atrio, donde inician y terminan todas las visitas. El atrio es un espacio público y abierto que se encuentra en la planta alta en el centro del edificio, cubierto por un conjunto de techos plegados multicolores inspirados en la estructura del bosque húmedo y en la arquitectura tropical de la Zona del Canal.

En Panamá se construye mucho y se construye rápido, pero construir un edificio de primera calidad mundial como este ha sido un reto. El Biomuseo es fácilmente el proyecto más complicado levantado en la región, con un juego de planos que sobrepasa las 20,000 hojas, y que utiliza materiales y sistemas constructivos que no se usan con frecuencia en el país. Por esas mismas razones, el proyecto ha servido para entrenar a cientos de contratistas y docenas de compañías de construcción panameñas.

 

El edificio utiliza materiales como el concreto arquitectónico, que por no llevar repello ni pintura debía tener texura y color uniforme y superficie libre de imperfecciones. También se usa el hormigón armado como elemento estructural, combinado con vigas y perfiles de acero para soportar los techos. Las superficies exteriores de las paredes de colores son de cemento pintado, instalado en tres capas sobre malla de repello, y las juntas de expansión están diseñadas en un patrón de escamas de pescado que se repite en las losetas de concreto del piso y en las láminas del techo, y que es un motivo recurrente en la obra de Frank Gehry en otras partes del mundo.

 

Los techos del atrio y las galerías son también elementos compuestos con múltiples capas de distintos materiales. Las caras interiores que quedan expuestas son láminas de acero inoxidable de corrugado rectangular. Sobre ellas se colocan láminas planas de acero inoxidable y un material impermeabilizante, y encima corren tiras de aislante térmico separadas por carriolas de aluminio que soportan la capa exterior de paneles de aluminio esmaltado. Estas láminas se fabricaron en Tailandia, y están diseñadas para soportar el salitre y el sol tropical sin desteñirse.

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